martes, 24 de julio de 2018

El péndulo

Al centro de la foto, de camisa negra, Martín Hernández Molina

El péndulo

Por Martín Hernández Molina y Jesús Chávez Marín

Tres esferas, dando vuelta de mano en mano del apasionado malabarista hacia lo alto, juegan a no irse al vacío. Él consigue hacerlas girar y girar, sabe que no habrá de caer una sola. Las esferas son sus tres amores.
El malabarista las quiere a todas, es el arte de su número secreto. No debe perder a nadie.
Pero las esferas son frágiles y la velocidad aumenta, también los aplausos; si cae una, el equilibrio del mundo estalla, la función se acaba. El sudor de las manos las hace resbaladizas, los nervios se tensan y las esferas vibran, flotan, gozan. El artista sufre, pero también disfruta la relación en el escenario del placer.
El rumor de los aplausos parece un fatal presagio a veces; en otras: el éxtasis.
Una de ellas sube tan alto que parece una estrella fugaz. Otra se quiere ir, pero la astucia del artista la seduce para que siga en el juego compartido. La otra encuentra equilibrio en el vaivén del péndulo. Los cuatro perfeccionan las reglas del juego hasta que llega la aurora, el cielo nuevo del amanecer.
No es un simple ensayo, es la función cobrada por el pecado de hibris. El destino se acerca. Los aplausos exigen un clímax.
El malabarista sorprende con una cuarta esfera, sacada de la manga oscura de su traje. Pero no se ha dado cuenta que esta yace fracturada por el esfuerzo de salir a su actuación. En lo más alto de la tarea escénica, no soporta la presión de la gravedad y cae, resquebrajándose sobre la palma de la mano.
El artista se siente herido y suelta hacia la nada a la que estaba en turno. La sangre fluye hacia la línea del tiempo, el hombre lanza al más allá a la segunda esfera: rebota en sus astillas. La tercera, como burbuja de saliva, desaparece en el éter. No hay aplausos, el silencio aturde y quema el fracaso. El péndulo se congela, se apagan las luces. Pueden verse algunos destellos de fragmentos cóncavos en el fondo. Es la única luz ya de aquel fulgor de estrellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario