miércoles, 17 de agosto de 2011

alfredo espinosa


Columna Escritores de la ciudad: Alfredo Espinosa

Por Jesús Chávez Marín

Ha publicado 14 libros, entre ellos Infierno grande y Obra negra que son novelas; Desfiladero, Tatuar el humo, Desvelos y Ramo de tigres que son de poesía; Pachucos y cholos y Amor apache, de ensayos, y Reveses, de filosofía.
Nació en Delicias en 1954. Es médico egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Realizó la especialidad de psiquiatría en la Ciudad de México, en el Hospital 20 de Noviembre del ISSSTE y en el Fray Bernardino Álvarez. Ganó el Premio Nacional de Poesía Ramón López Velarde, el Premio Chihuahua y el Premio Nacional Gilberto Owen. Por la intensidad de su obra, por su actitud rebelde y crítica, por la cantidad y el valor artístico de sus libros publicados, por la novedad de su pensamiento, Espinosa es, sin lugar a dudas, el escritor chihuahuense de más alto rango en estos años.
En noviembre fue presentado en el Centro Cultural Universitario Quinta Gameros Ramo de tigres, con la participación de los escritores Enrique Servín, Flor María Vargas y Ramón Gerónimo Olvera Neder. Al acto asistió una multitud que abarrotó el vestíbulo del más bello recinto cultural de la ciudad.
—Espinosa, ¿cómo le ha ido a tu nuevo libro?
Ramo de tigres ha tenido buena aceptación por parte de los lectores.
—¿Que tipo de lectores existen en esta ciudad?
—Chihuahua tiene muy pocos lectores, no es una actividad que se aliente en los programas educativos. Los lectores de poesía se reducen todavía más. Sin embargo, los pocos que existen poseen una sensibilidad suficiente para salvarnos de la barbarie predominante.
—Salvar ¿a quiénes?
—Salvarnos a todos aquellos que percibimos una espiritualidad.
—¿De qué tienes más lectores: de tus novelas o de tus libros de poesía?
—No lo sé. Pero recibo más comentarios de mis novelas que de mis poemas.
—Te iniciaste como escritor en el Distrito Federal publicando en La Jornada y en el Unomásuno. Todo mundo sabe que a un escritor y a cualquier artista mexicano le va mejor allá. ¿Por qué regresaste a Chihuahua?
—Seguramente me hubiera ido mejor en el D. F., pero el temblor de 1985 me convenció de buscar tierras más firmes.
—Son pocos los escritores profesionales que se quedan a vivir en Chihuahua. Como ya se murió Fuentes Mares y el año pasado también Jesús Gardea, ahora tu eres una figura parecida a ellos. Fuentes Mares declaraba estar solo y efectivamente lo estaba. Gardea decía también estar solo en el desierto y despreciaba la actividad literaria local. ¿Te tú sientes solo como escritor, viviendo en Chihuahua?
—Sí. En ese sentido estoy solo. Me hubiera gustado que mis amigos Servín, Mario Lugo y tú hubieran incursionado con iguales ímpetus en este largo y tortuoso camino.
—¿Has recibido algún tipo de apoyo, respaldo, ayuda, por parte de instituciones o de personas de la sociedad chihuahuense?
—No. Todo se hace a puro pulmón. A lo mejor soy un poco injusto con el Instituto Chihuahuense de la Cultura que en dos ocasiones me ha otorgado becas anuales “para creador”. Pero en general Chihuahua carece de una estructura que facilite el trabajo de sus artistas.
—¿Podrías decirme de pronto, y sin pensarlo mucho, el concepto de poesía?
Poesía: La percepción de un instante privilegiado, que puede estar escondido tras los actos cotidianos, o en las profundidades del alma individual. Para sacarlo a flote, es necesario poseer las herramientas del lenguaje suficientes para captar ese momento.
—¿Y novela?
—Novela: El ejercicio lingüístico para crear un mundo lo más completo posible.
—Pues muchas gracias, Espinosa, por tu visita a esta mesa de redacción de Auraed.

Enero de 2001

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