jueves, 15 de octubre de 2009

Lorena Sosa Rodríguez



Preguntas que retumban, recuerdos que responden

Por Lorena Sosa Rodríguez

La noche no existe sin luna, el destino no existe sin tragedia. Poco sabemos unos de otros, aunque algunas veces creamos lo contrario. El licenciado Escalante, de 51 años y director del Departamento de cultura de gobierno del estado, era víctima de su agenda que lo llevaba de un municipio a otro sin percatarse del tiempo. Amaba su profesión, pero la prensa rivalizaba su brío con su trabajo. Esta situación estaba creando un ambiente de desazón en sus labores, pero al llegar a casa, cuando escuchaba el eco de la puerta al cerrarse, el sonido del refrigerador y su pecera, todo era calma, no había más preguntas que hacer, ni sonrisas que ofrecer, no tenía que ondear su mano como bandera de cultura.
Una noche decidió beber una cerveza en un bar, donde los asiduos no lo conocieran, y pasar el rato platicando historias banales.

–Paso largo rato observando fotografías de otros tiempos cuando yo quería ser ingeniero industrial; sin embargo por azares del destino he terminado como un licenciado, ¿vaya cambio, no?, hoy siento que el tiempo pasa con rapidez mordaz, encerrado en la añoranza, en mi soledad sin reconocerme en el espejo –comentaba en la barra mientras platicaba con el cantinero.

Sumido en recuerdos regresó a su casa a media noche, se recostó en un sillón y comenzó a observar fotografías de antaño. Aparentando espontaneidad en el hallazgo de una de ellas, se quedó mirándola detenidamente: en la imagen, una joven vestida con el traje típico de Veracruz, en su mano sostenía un extremo del faldón que se desplegaba como abanico hasta su cabeza. Como fondo de la fotografía de Mariel estaba la catedral de Chihuahua, más limpia que antes, con palomas que revolotean en la fuente y alzan el vuelo hasta el campanario.

Mario Escalante después de tomar aquella foto la había felicitado por su presentación en el festival que había organizado el municipio; la juventud era la vida, para tejer sueños y mecerse en ellos.
Al día siguiente había preguntas que hacer en torno a la vida de Escalante, pero ya no tendría que responder. Ahora las imágenes formulaban hipótesis sin confesar.

El hombre de la fotografía que sobrecogía la primera plana del periódico lo mostraba recostado en el sillón entre estampas viejas. Mario ya jamás recibiría a los reporteros.

Octubre 2009

1 comentario:

  1. Aquí va un antuiguo relato de la escritora Lorena Sosa Rodríguez, licenciada en letras por la UACH y ahora estudiando una maestría en la UTEP.

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